La conversación que desvelamos entre el sobrino del presidente de las Cortes Valencianas y el empresario Enrique Ortiz deberían suponer la salida inmediata de Juan Cotino de la Administración.
«Nos dijo» -señala Vicente Cotino en referencia a su tío- «que todo lo que tuviéramos de convenios, concesiones, que lo habláramos directamente con él, que él ya lo movía directamente con el presidente [Camps]».
La frase, incluida en un sumario que investiga un caso de corrupción en Alicante, indica a las claras que Juan Cotino actuaba de enlace con la Generalitat Valenciana para los negocios de la familia, unos negocios que han crecido al calor del poder político del PP. Cotino, que fue director general de la Policía con Aznar, queda ahora en una situación insostenible.
La segunda autoridad valenciana ya ha tenido que declarar en la Audiencia Nacional por los papeles de Bárcenas y podría estar a punto de hacerlo por el escándalo de las adjudicaciones relacionadas con la visita de Benedicto XVI. Ahora, además, hay sospechas fundadas de que su despacho era una oficina para asuntos particulares antes que lugar desde el que defender el interés general. Si Cotino se resiste a dimitir, el presidente Fabra debe empujarle a hacerlo.
elmundo