No llegó ni a los seis meses. Todo lo que podía salir mal salió mal. Y
Mariano Rajoy, que llegó al Gobierno con la promesa de bajar la prima de riesgo,
crear empleo y sobre todo recuperar la confianza en España, ha tenido que pedir un rescate bancario que hizo todo lo posible
por evitar.
El presidente tiene una cómoda mayoría absoluta, una oposición debilitada y nadie le tose en el PP. Un poder aparentemente sin límites. Pero en cinco meses se ha desautorizado a sí mismo en casi todo. Ha incumplido la mayoría de sus promesas. Ha convertido a la hemeroteca en un auténtico enemigo. Y lo hizo para tratar de calmar a los mercados y evitar un rescate. Pero finalmente la prima superó los 500 y llegó el rescate, aunque sea de forma suave, provocando en solo cinco meses un enorme derroche de su capital político.
La mayor evidencia de esa debilidad está en su decisión, inaudita en cualquier otro de los países que han recibido ayuda europea, de no comparecer y dejar que sea su ministro de Economía, Luis de Guindos, quien explique este rescate bancario.
Rajoy, obviamente, estuvo todo el día —y todos los últimos días— pendiente de la negociación en el Eurogrupo. El presidente ha hablado con todos los dirigentes europeos clave. Hasta el último momento buscó una inyección directa de capital. No lo consiguió pero sí logró con una fórmula intermedia su obsesión: que no haya condiciones de política económica, solo para los bancos.
Rajoy estaba pues al tanto de todo, aunque negó y negó la evidencia no solo hace 12 días, cuando insistió en que no habría ningún rescate de la banca española, sino solo 48 horas antes de la decisión: el jueves insistió en que estaba esperando a las evaluaciones, esto que no pasaría nada hasta dentro de dos semanas.
El Gobierno, especialista en eufemismos, puso ayer toda su maquinaria a trabajar para luchar contra la palabra “rescate”. Ya antes de que se produjera, por la mañana, el Gobierno insistía en que no se puede considerar como tal. Es la única manera de salvar la cara al presidente. De Guindos desveló la fórmula: “No es un rescate, es una ayuda financiera”.
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El presidente tiene una cómoda mayoría absoluta, una oposición debilitada y nadie le tose en el PP. Un poder aparentemente sin límites. Pero en cinco meses se ha desautorizado a sí mismo en casi todo. Ha incumplido la mayoría de sus promesas. Ha convertido a la hemeroteca en un auténtico enemigo. Y lo hizo para tratar de calmar a los mercados y evitar un rescate. Pero finalmente la prima superó los 500 y llegó el rescate, aunque sea de forma suave, provocando en solo cinco meses un enorme derroche de su capital político.
La mayor evidencia de esa debilidad está en su decisión, inaudita en cualquier otro de los países que han recibido ayuda europea, de no comparecer y dejar que sea su ministro de Economía, Luis de Guindos, quien explique este rescate bancario.
Rajoy, obviamente, estuvo todo el día —y todos los últimos días— pendiente de la negociación en el Eurogrupo. El presidente ha hablado con todos los dirigentes europeos clave. Hasta el último momento buscó una inyección directa de capital. No lo consiguió pero sí logró con una fórmula intermedia su obsesión: que no haya condiciones de política económica, solo para los bancos.
Rajoy estaba pues al tanto de todo, aunque negó y negó la evidencia no solo hace 12 días, cuando insistió en que no habría ningún rescate de la banca española, sino solo 48 horas antes de la decisión: el jueves insistió en que estaba esperando a las evaluaciones, esto que no pasaría nada hasta dentro de dos semanas.
El Gobierno, especialista en eufemismos, puso ayer toda su maquinaria a trabajar para luchar contra la palabra “rescate”. Ya antes de que se produjera, por la mañana, el Gobierno insistía en que no se puede considerar como tal. Es la única manera de salvar la cara al presidente. De Guindos desveló la fórmula: “No es un rescate, es una ayuda financiera”.
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha asegurado
hoy que "no hay incertidumbre sobre la economía
española" y que España "tiene la solidez suficiente para aguantar la
situación actual y salir airosa de los momentos en que nos encontramos".
"Una cosa es que España tenga que hacer lo necesario para consolidar,
financiar y sanear nuestro sistema financiero y otra cosa es que no tenga la
fortaleza suficiente para salir adelante", ha aseverado la también presidenta de
Castilla-La Mancha, quien ha acusado de cometer
"una tremenda irresponsabilidad" a quienes "nos comparan" con otros países del
entorno.
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