Como español antes que humano, en plan Alfonso
Ussía, a mí lo de burócrata y lo de comunista no me duele tan hondamente. Pero
que le llamen chino a nuestro presidente es un agravio imperdonable. En primer
lugar porque los chinos tienen fama de trabajadores, y Rajoy nunca ha sido un
ciclón de músculo, verbo ni sinapsis. En segundo lugar porque Rajoy, salvo
cuando está delante de la Merkel, no es de color amarillo. Es más bien tirando a
sepia o gris. El único consuelo que nos queda es la certeza de que nuestro
presidente no habrá leído el insultante artículo del Wall Street, ya que no sale
traducido en el Marca.
Por Aníbal Malvar
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