lunes, 25 de febrero de 2013

En opinión ajena: Lo que pasó de verdad el 23-F

 

 

 

RECUERDOS DE SABINO FERNÁNDEZ CAMPO. LO QUE PASÓ DE VERDAD EL 23 F

Aquella mañana llegué algo tarde a “Río Frío” (1) y Don Sabino ya estaba allí, en la mesa habitual donde nos sentábamos los sábados y con vistas a la plaza de Colón. Tenía un café delante, un vaso de agua, y ojeaba los periódicos del día. Nada más saludarnos me senté y casi sin mediar más palabras sacó unos folios doblados del bolsillo interior de su chaqueta y me dijo:
...

“Aquella tarde, la tarde del 23 de febrero de 1981, yo estaba en mi despacho revisando papeles, como casi todas las tardes, cuando de pronto irrumpió sin ni siquiera llamar a la puerta, Fernando Gutiérrez* y casi gritando me dijo:

¡Sabino, rápido, conecta la radio!

Inmediatamente conecté la radio y ambos escuchamos con asombro lo que todos los españoles: los gritos de Tejero y los tiros... y sentí como un latigazo en todo mi cuerpo. Debí ponerme blanco en segundos y sin pensarlo di un salto y me fui directo al despacho del Rey.

Cuando entré, tampoco yo llamé a la puerta, vi que el Rey y la Reina ya estaban pegados a la radio y escuchando atentamente. Eso sí, tranquilos.

- ¡Señor!, ¿qué está pasando en el Congreso?

- Sabino, por favor, no te alteres. ¡Estás pálido!

- ¡Señor, si ha habido tiros!.

- Lo sé, yo también lo he oído.

- Majestad, esto es muy grave. ¡Puede haber muertos!

- Tranquilo, hombre, tranquilo. No hay que perder la calma en situaciones difíciles. Ponte en contacto rápido con Seguridad y entérate de lo que está pasando.

- Señor, por si acaso voy a dar instrucciones para reforzar la seguridad del Palacio.

- Sí, me parece bien. ¡Hazlo!

La Reina no había dicho nada, aunque su cara era un poema. Pero, cuando fui a salir sonó el teléfono y el Rey, mientras lo cogía, me pidió que esperase.

Entonces Su Majestad, ya al teléfono, dijo muy alterado:

- ¡Alfonso!, ¿qué pasa? ¿Qué han sido esos tiros?- ...¿?

- Naturalmente yo no escuché bien las palabras del otro lado del teléfono ni me enteraría salvo por las respuestas del Rey.

- ¡Qué coño es eso de intimidación! ¡Eso no estaba previsto! ¡Quiero saber urgentemente lo que está pasando ahora mismo allí.

- ... ¿?

- Sí, entérate de todo y te vienes urgente a la Zarzuela
- ... ¿?

- En ese momento y con señas le hice saber al Rey que pospusiese su respuesta. Entonces Su Majestad dijo:

- Alfonso, déjame unos minutos y me llamas después (y colgó el teléfono).

- ¿Qué pasa, Sabino?

- Señor, no sé lo que pasa, pero pienso que el General Armada debe quedarse en su puesto.

- ¿Por qué?

- Señor, en plena batalla un jefe no puede abandonar su puesto. Sería un disparate.

- Pero, es que necesito saber lo que ha pasado. Los tiros no estaban previstos.

- Señor, no lo entiendo.

- Sí, Sabino, perdona (y el rey volvió a su control habitual). Después te lo explicaré. Bueno, tal vez tengas razón. Le diré ahora que se quede en su puesto.

- Tiene razón Sabino –dijo la Reina.

Y entonces, no habían transcurrido ni tres minutos, volvió a sonar el teléfono y otra vez era el general Armada.

- Mira, Alfonso, hemos decidido que sigas ahí y no te muevas hasta nueva orden.

- ...¿?

- Sí, ya lo sé, Alfonso, ya sé que la situación es difícil y complicada. Pero, insisto, quédate ahí, más tarde volveremos a hablar.

- Señor, me voy a mi despacho –dije entonces, asombrado como estaba-. Voy a recabar información y a dar instrucciones a Seguridad.

- Vale, está bien.

Y me volví a mi despacho, donde esperaba angustiado Fernando Gutiérrez.

- Fernando, tienes que llamar urgentemente a la televisión, a las radios y a los periódicos, para enterarte qué está pasando y que noticias tienen ellos. Venga, rápido.

Al quedarme sólo me di cuenta que mi cabeza era un volcán y cien preguntas me surgieron como centellas. ¿Qué significaba lo de “no estaba previsto”? ¿Por qué el Rey aparentaba estar tranquilo conmigo y no con Armada? ¿Qué era aquello? ¿Era la acción individual del loco Tejero? ¿Era un Golpe de Estado? ¿Era la cabeza de puente de otra cosa mucho más seria?... ¡Y las dudas inundaron mi cabeza!
...
Y otra vez me fui a ver al Rey. Entré en el despacho y Su Majestad estaba hablando por teléfono y a su interlocutor, que no era otro que el General Armada, le decía:

- Alfonso, si es verdad que ese loco ha entrado en el Congreso en nombre del Rey hay que desmentirlo urgentemente y quiero saber con urgencia –y el Rey casi gritó- por qué ha dicho Tejero semejante cosa.
- Y sin más colgó el teléfono. Yo me acerqué y sin sentarme, de pie (allí sentada seguía la Reina).

- Señor, veo que ya lo sabe. Eso es muy grave.

- Sí, Sabino, la cosa es grave. Creo que debemos autorizar a Armada a que venga a la Zarzuela y nos explique detalladamente lo que está pasando, porque creo que aquí están pasando cosas que no estaban previstas.

- ¿Cosas que no estaban previstas? ¿A qué se refiere Su Majestad?
- Bueno, es un decir (pero, por primera vez noté cierto nerviosismo en el Rey, como si quisiera ocultarme algo)

- Pues, Señor, sigo pensando que el General Armada debe quedarse en su puesto. Señor, creo que es urgente que Su Majestad hable directamente con los Capitanes Generales para saber qué opinan ellos y que está pasando en sus respectivas Regiones. También pienso que es urgente que Su Majestad desmienta públicamente lo que está diciendo Tejero en el Congreso. Creo que debería dirigirse a los españoles por Televisión Española.
...
Y así, ya con “todas las moscas detrás de la oreja”, me dirigí de nuevo al despacho de Su Majestad y cuando entré me llevé la sorpresa de la noche, qué digo, la sorpresa de mi vida. Porque allí se estaba brindando. Y eso me nubló la mente y me enfureció. Así que, y ya sin protocolos, me dirigí a Su Majestad y sin pensarlo le dije mirándole de frente:

- ¡Señor!... ¿Está usted loco? Estamos al borde del precipicio y usted brindando con champán –y casi grité- ¡Señor!, ¿no se da cuenta de que la Monarquía está en peligro? ¿No se da cuenta que puede ser el final de su Reinado? ¡¡¡Recuerde lo que le pasó a su abuelo!!!

Entonces la cara del Rey cambió de color y vi como sus manos le empezaron a temblar y en voz casi inaudible mandó salir a los allí presentes, que de inmediato abandonaron el despacho. (*) Todos, menos la Reina, que tenía cara de póquer.

Una vez solos Su Majestad se vino hacia mí, y tembloroso y casi llorando, me tomó de las manos y en tono suplicante me dijo:

- ¡Sabino, por favor sálvame! ¡Sálvame, salva a la Monarquía, ahora mismo no sé lo que hago ni qué decir!

...
- ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Yo lo sabía!

- ¿Qué sabía, Señor?

- Lo que iba a pasar

...


- ¡¡Esto es una bomba, Sabino!!

- Ya lo sé.

- Esto lo cambia todo.

- Ya lo sé.

- Esto cambia la Historia.

- Ya lo sé... pero es la Verdad.

- ¿Sabes lo que puede suceder si esto se publica?

- No se publicará, al menos mientras yo viva.


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1 comentario:

  1. el rey esa noche nos traiciono a los verdaderos patriotas de este pais y como espanyol estoy indignado con el rey hay demostro lo que ama a espanya y a los espanyoles si no a sabido respetar a espanya y a quien lo corono no me estrana que su yerno haya exo lo que a exo yo aunque naci en 86 yo apollo y apollare a los que verdaderamente nos hiban a salvar de la situcion que vivimos hoy en dia ni estoy de acuerdo con la democracia y menos con la constitucion.

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