El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, defendió esta semana las
políticas europeas de austeridad, frente a la matizada opinión del Fondo
Monetario Internacional, cuyos expertos creen ahora que el coste está siendo
demasiado profundo y las consecuencias van a ser demasiado prolongadas.
En ese mismo momento, con claridad y sin turbación, Olli Rehn añadió: “Va a
haber muchas tensiones sociales, porque los ciudadanos no van a ver mejora en su
vida cotidiana en algún tiempo”. Los países del sur, afectados por esos feroces
planes de austeridad, “no deben caer en la complacencia”, advirtió.
Tiene razón: no caer en la complacencia significa “no experimentar
satisfacción ni alegría”. Nadie va a experimentar mejoras en su vida “en algún
tiempo”, sea esa la medida que sea.
De eso se trata. De que los ciudadanos no vamos a experimentar la menor
mejora en 2013. Los institutos de análisis estadístico y económico de Francia,
Alemania e Italia coincidieron en su último informe en considerar que en el
segundo trimestre de este año la economía de la zona euro podría estabilizarse y
crecer un 0,2%.
Seguramente es una buena noticia y el señor Rehn se sentirá recompensado,
pero desde luego no implica que los niveles de paro en España vayan a
experimentar un alivio reseñable, que Grecia pueda sufragar las medicinas que
necesitan sus enfermos o que Portugal salga de la pobreza lacerante a la que le
empujan.
Soledad Gallego Leer más en ElPaís
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