-acuérdate de los eurobonos, Angela- |
Sus sacrificios les han llevado a tener un amplio superávit comercial y un aumento del 80% de sus exportaciones a China.
Ningún otro país hubiera podido mantener al mismo tiempo los costes de integrar a 16 millones de personas de Europa del Este en un Estado unificado, o de unirse al euro a un tipo de cambio tan poco competitivo, y, sin embargo, haber reconstruido incluso la fuerza exportadora del país.
Alemania tiene ahora la economía más fuerte de Europa, y Angela Merkel y el pueblo alemán merecen que se les elogie por sus logros exportadores. Pero si esa fuera la única historia que contar, entonces el remedio a la actual crisis sería sencillo: seguir el ejemplo alemán: austeridad, y, si eso falla, todavía más austeridad.
Hace tres años, cuando la crisis financiera empezó a golpear, el Gobierno alemán, como el resto de Europa, definió rápidamente el problema como anglosajón, echando la culpa a Estados Unidos y a Reino Unido. Un año más tarde, cuando la crisis financiera se había transformado en una crisis económica general, los alemanes se replegaron a un territorio todavía más seguro, más familiar, redefiniendo la crisis mundial no como financiera sino como fiscal, una crisis de déficits y de deuda.
Como resultado de ello, Alemania ha negado tener culpabilidad alguna en lo que ha ido mal. Realmente, si puede argüir que no es la fuente del problema puede justificar resistirse a adoptar costosas medidas para resolverlo.
Pero, de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, Alemania prestó casi 1,5 billones de dólares a Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia. Al comienzo de la crisis los bancos alemanes habían hecho el 30% de todos sus préstamos a los sectores privados y públicos de esos países. Todavía hoy esa categoría de préstamos es equivalente al 15% del volumen de la economía alemana.
Añadamos a eso la profunda implicación alemana en el despilfarro del crédito inmobiliario norteamericano (la mitad de los activos subprime se colocaron en Europa), así como en la especulación inmobiliaria europea, y tendremos claro que allí donde tenían lugar las fiestas, los bancos alemanes habían suministrado la bebida. La única fiesta que se perdieron, como ya dijo en broma un comentarista, fue la del esquema Ponzi de Bernie Madoff.
Como resultado de ello, los bancos de Alemania son hoy los que tienen un coeficiente de endeudamiento más alto que cualquiera de las economías más avanzadas, hasta dos veces y media más que sus competidores bancarios estadounidenses, según el FMI.
De hecho, preocupados por el impacto que pudieran tener las pruebas de resistencia en su credibilidad, los reguladores de la banca alemana han sido hostiles a tener que pasar por los mismos requisitos de comprobación y de contabilidad del capital acordados para todos los otros países de la eurozona, y uno de los Landesbank -bancos regionales alemanes de titularidad pública- llegó al extremo de retirarse del test la víspera de que se hicieran públicos los resultados.
Pero ¿por qué debiera preocupar eso a Alemania, que es competitiva, fiscalmente sólida y económicamente robusta? Leer más
Gordon Brown, miembro del Partido Laborista en el Parlamento británico, fue primer ministro de 2007 a 2010 y canciller del Exchequer de 1997 a 2007. © 2011 Global Viewpoint Network. Distribuido por Tribune Media Services. Traducción de Juan Ramón Azaola.
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