miércoles, 7 de marzo de 2012

Opinión ajena: La leyenda del sargento Fabra


...La toma del cuartel de Paterna el 29 de julio de 1936 por parte de Carlos Fabra Marín y sus hombres fue decisiva para evitar la rebelión militar en Valencia. En el cuarto de banderas se habían reunido jefes y oficiales que iban a alzarse contra la II República, hasta que el sargento, acompañado por un pelotón de voluntarios que eran cabos y sargentos, redujo, desarmó y detuvo a los sediciosos. Empuñaba su arma reglamentaria, una Bergman de 9 milímetros, y el tiroteo dejó tres muertos y varios heridos, aunque permitió a los milicianos y la población entrar en el cuartel sin un solo disparo. Una advertencia para el resto de la trama golpista, que ya no se atrevió a actuar en la región militar de Valencia.

Desde ese día el mito popular quedó arraigado en la memoria colectiva, elevando al grado de héroe a un hombre de la clase de tropa, un subalterno de familia humilde que había optado por la milicia para no ser una carga. En los años veinte Fabra había sido voluntario en Melilla, y en la guerra del Rif se debió empapar de esa “ideología” militar que tanto le iba a unir, tras la hazaña de Paterna, al general Miaja. Con él sería aclamado en el campo del Mestalla, presidiendo corridas de toros, convirtiéndose en hijo adoptivo, bautizando una calle, conociendo a importantes personalidades del Gobierno, Ejército y el mundo político. 1937 fue el año del reconocimiento público y los ascensos a teniente y capitán. Se convirtió en el hombre de confianza de Miaja y participó en el frente de Madrid, puente de Arganda.

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