Juan Broseta, ingeniero industrial experto en ferrocarriles, descendió a los infiernos el 3 de julio de 2006. La Consejería de Infraestructuras, que dirigía entonces el fallecido José Ramón García Antón, lo llamó para que les diese una opinión como experto acerca de las causas que provocaron el descarrilamiento de un convoy en la línea 1 del metro de Valencia.
El desastre se cobró 43 muertos y 47 heridos.
P. ¿Qué conclusión sacó?
R. Las uniones de los coches de pasajeros estaban rotas y rodadas. Cuando una esta rota y se ha ido, pero el resto de enganches está rodado es que el tren se ha salido de la vía. Hay dos formas de evitar que un tren antiguo, metálico, descarrile por exceso de velocidad. La primera es el sistema del hombre muerto: obliga al maquinista a apretar un botón cada cinco segundos. Si no lo aprieta el tren se para, por eso la mayoría de los maquinistas lo puentean. Luego pregunté dónde estaba la señalización ATP-ATO [la baliza que frena el convoy en caso de exceso de velocidad] y no había. Los dos factores que hubiesen impedido el accidente no estaban. También les dije que comprobasen lo sucedido con el registro de la caja negra que llevan los trenes.
P. ¿Comentó su parecer con otros técnicos de Ferrocarrils en el túnel?
R. Yo descarté que se tratase de un atentado. El maquinista se olvidó de mirar la señalización estática [las señales del túnel] y fue una víctima más. Le dije lo que pensaba a García Antón y me comprometí a no contar nada a nadie hasta que no pasara el tiempo. Me marché sobre las 4 de la madrugada y ya no me volvieron a llamar para nada. Yo no actué como perito.
P. ¿Por qué rompe ahora su silencio?
R. Porque veo que el tema no se ha solucionado y García Antón, con quien tenía el compromiso, ha muerto. Si se reabre el juicio \[por el accidente de metro\] y hace falta un perito estoy a disposición.
Leer entrevista completa en El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario