El polígono de Fuente del Jarro se encuentra en plena pelea por sobrevivir a la crisis entre vallas oxidadas, verjas cerradas hace muchos meses, candados en primera línea y carteles, muchos carteles anunciando: se alquila, disponible, traslado, se vende, cerrado...
Por algunos viales del polígono hace tiempo que no circulan los camiones, como prueban las malas hierbas crecidas entre el asfaltado desconchado. Muchas son las fábricas cerradas con nombre y apellido. Y muchas más son las anónimas, naves sin nombre, de fachadas desnudas donde se aprecia la huella de antiguos carteles que advertían de lo que allí se hacía y ya no se hace.
Por algunos viales del polígono hace tiempo que no circulan los camiones, como prueban las malas hierbas crecidas entre el asfaltado desconchado. Muchas son las fábricas cerradas con nombre y apellido. Y muchas más son las anónimas, naves sin nombre, de fachadas desnudas donde se aprecia la huella de antiguos carteles que advertían de lo que allí se hacía y ya no se hace.
La oferta de naves de todo tipo salta a la vista del conductor. Se ofrecen naves de 800 metros cuadrados, de 1.000, de 3.600 y de 5.000.
«Es fácil darse cuenta de lo que pasa. Nosotros estamos aguantando bien, pero hay mucha gente pasándolo mal», comenta José Miguel Payá: «Sólo hay que ver los bares a la hora del desayuno. A las cinco de la mañana, antes éramos 20 ó 30 personas, y ahora somos cinco o seis».
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